De la libre expresión.
Publicado 19 de agosto de 2013
Por ArtNieto
Alguna vez has sentido necesidad de mentarle la madre a la señora que se va maquillando mientras conduce? O hacer explotar con poderes Jedi al desgraciado del taxista que hace tres semáforos te viene cerrando el paso? Cuántas veces te has quejado del profesor y lo maleta que es para dar su clase, y que sólo aprueba a las chicas de mejor pierna que se sientan al frente?
En términos generales nos quejamos desde que sabemos decir no, cosa que complica la vida de nuestros padres. Pero como canalizar esta frustración? Aparte de ser una de las ciudades más grandes del mundo, somos una urbe incubadora de neuróticos y esquizofrénicos que a la menor provocación se quieren matar a golpes. (Quiero aprovechar la mención para mandar un saludo a mi amigo Héctor, Charles Johnson de la Morelos).
Y es que uno se acostumbra al estrés diario, y a tomarse sus chochos que le manda el psiquiatra; pero al parecer esto es tan común que es casi invisible.
Por lo anterior la gota que derrama el vaso pudiera ser que de pronto nos topemos con la marcha de los profesores oaxaqueños, o los campesinos veracruzanos o los gays de Reforma… (La intención del presente no es para dirigirse despectivamente de algún grupo o sector en particular, sino marcar un poco la delgada línea del impacto que causa cada uno de ellos).
La difusión a las manifestaciones de otro estado por ejemplo; que vienen con temas muy diarios que dejan de ser un problema por convertirse en el día común en México. No dejamos de quejarnos al escuchar el reporte vial, o al llegar tarde al trabajo, o porque ya no llegamos a dejar a los niños a tiempo y aún así la Administración de la escuela se saca la puntada de retenerte una hora más para que valores la importancia de llegar temprano, y te castigan junto con tu hijo...
Pero que hay de las “marchas nice”. Aquellas que se toman la molestia de avisar cuando se llevarán a cabo y que son difundidas tanto en radio como en televisión. Hablo de estas donde se abordan temas sobre la paz y el antisecuestro. Cuantas quejas has escuchado sobre estas manifestaciones? El tema es más defendido y si te atreves a ponerte en contra es que tienes atole en las venas.
Ahora bien, es hora de exponer un punto. Esto apartando el texto del matíz político: todos necesitamos expresar una inconformidad.
Imagínense que de pronto se dé solución a cada marcha de la capital, y nosotros capital neurótica se nos ocurra hacer una marcha anti-marchas y anti-estrés.
Un foro adecuado no tenemos presencialmente. Ni siquiera el poder de organización para inconformarnos en masa por una idea positiva.
Ahora bien, bendito internet! Pero qué crees? Como buen neurótico me seguiré quejando que es muy exclusivo el foro de ideas o libre pensamiento. Aquí llegamos a las personas que se quejan en el Twitter, o en el Face, y que tú las ves de los más normal, cuando según su estado es supermegaencabronado…
La red está llena de chistes y videos ligeros que divierten por montones, pero que no dejan de ser ociosos y carentes de mensaje. O tal vez sería que uno de cada 100 usuarios tiene su momento de fama al cometer una fortuita estupidez.
Donde está el verdadero foro de expresión? Hablo de algo con impacto real. Algo que haga eco en las personas y les oriente a pensar que el país puede cambiar. Porque no saturamos el twitter del Presidente para que legalice la marihuana o fusile a Elba Esther Gordillo? Deberíamos hacerlo con rúbrica y datos personales para demostrar que somos personas no exclusivas de un solo sector, sino ciudadanos normales sin miedo y jóvenes con hambre de expresión.
La libre expresión crece es un hecho, pero al paso que mis tataranietos se interesarán más por los tataranietos del Escorpión Dorado…
No estoy en contra de estos pintorescos personajes, esta de sobremanera bien que la gente se dé cuenta de que puede llegar a todos los lugares mediante la red.
Así como somos un poder en masa tanto presencial o virtualmente, tal vez estemos abriendo el camino para poder darle forma a nuestra inconformidad y hacer algo al respecto. Al final todos queremos ser escuchados, pero no tenemos la meta de llegar a la solución.
Sigamos entonces de quejosos, fomentemos la neurosis, y demos más chamba al psiquiatra. Dado está que si no se tiene el criterio para quejarse con la visión de resolver el conflicto, aquí no pasa nada, la libre expresión es para todos. Somos tantos y de gustos tan diversificados, que puede ser probable que la mayoría conozca más a Peter la Anguila y su maravillosa carrera, que a la pluma de Carlos Fuentes.
Al final uno se acostumbra, y esto es un día común en la urbe incubadora de psicopatías progresivas. Sean todos bienvenidos!